Anabel Simó (Recién titulada en el CGM de Cuidados Auxiliares de Enfermería) No me lo podía creer. A mis 46 años y después de cumplir un sueño, ser auxiliar de enfermería aunque fuese a esta edad, llegó la oportunidad de poder realizar prácticas en Alemania. Tras consultar con mi familia, ya que tengo tres hijos y marido, y recibir el apoyo de ellos me decidí a realizar el viaje. Quería demostrarme a mi misma que era capaz de realizarlo. Acepté, con todos mis miedos, y me embarqué en esta gran experiencia. Miedos que a falta de un día me asaltaron, dejaba a mis tres hijos y mi marido, pero la emoción de poder tener esta experiencia se apoderaba de mi. Llegada a AlemaniaBajando del avión me decía a mi misma “ya estoy aquí, no me lo puedo creer”. Un clima muy diferente al de mi querida Valencia, un idioma diferente.... Después del avión cogimos el tren durante una hora para llegar a nuestro destino que era Bottrop. Mirando por la ventanilla podía ver lo hermoso que son estas tierras, todo verde lleno de arboladas, lagos etc. A la llegada a la estación estaban esperándonos para llevarnos a nuestro piso. Nuestro alojamientoPequeño ático pero muy acogedor. Con su cocina, su aseo con ducha, pequeño comedor y cuatro camas. Nosotras eramos dos, por lo que nos sobraba para la convivencia durante dos meses. Me dí cuenta que ahora dependía de mi misma, no tenía que preocuparme del día a día de mis hijos y marido. Nuestro alojamiento estaba a unos veinte minutos a pie de la residencia donde teníamos que trabajar. Pero lo más bonito es que para ir cruzábamos un enorme bosque con su lago, era precioso. Mi empresaEl primer día entramos con las dudas de “como me tratarán? Como lo voy a hacer? Que va a pasar con el idioma? Pero rápidamente todas esas dudas desaparecieron. Las hermanas nos trataron estupendamente siempre pendientes de mi. Los residentes estupendos muy agradables. Ante cualquier duda siempre había alguien para asesorarnos y ayudarnos. Las explicaciones de qué teníamos que hacer eran muy precisas, por lo que resultaba fácil desarrollar nuestro cometido diario. Diferente forma de trabajo de la que se realiza en la residencia que yo había trabajado. Por ello muy productivo al aprender otras formas de trabajar. Los compañeros me trataron como una más, llegando a tener una amistad muy fuerte con ellos. Muy productivo a nivel de trabajo y formación. Tiempo libreTrabajábamos o de mañana o de tarde, y fines de semana libres. Por ello teníamos bastante tiempo para poder pasear, visitar poblaciones cercanas, ir a un parque de atracciones cercano, salir con nuestros compañeros de trabajo que nos trataban como si nos conociéramos toda la vida.. Y en un fin de semana alquilamos un coche y visitamos el país vecino Holanda para ver Amsterdam, que estaba a unos 170 kilómetros de Bottrop. Experiencias increíbles. Gente increíble y grandes amigos que allí dejamos. Opinión personalExperiencia única en la vida. Se aprende mucho, por lo menos en mi caso, amigos que van a ser para siempre. Lugares únicos que si no es por esta experiencia posiblemente no hubiese conocido nunca.
Os recomiendo esta experiencia única. En la vida pasan pocos trenes, tú tienes el billete para cogerlo. No lo desaproveches, y no te arrepentirás nunca.
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Gemma Cucó (Recién titulada del CGM de Cuidados Auxiliares de Enfermería)
Mi experiencia en Malta empezaré diciendo que fue un poco caótica, era como un querer y no poder. Estaba allí, después de casi 13h de viaje, entre Tren, bus, avión... pero me sentía como que aún estaba en España. Los primeros días, que coincidió en que era fin de semana, lo pasé con mi compañera visitando la ciudad donde vivíamos, Rabbat-Victoria, encontramos donde comprar, dónde tomar café, o donde poder tomar un aperitivo que no fuese muy caro, y poco a poco me fue acostumbrando a estar allí, pero echaba mucho de menos mi tierra, aun así los días iban mejorando. Empezaré hablando de la moneda. Allí la economía es muy diferente a la española, donde aquí una sopa de sobre te puede costar 60-80cents, allí puede rondar el 1€ y pico, que a la larga lo notas, además de que no hay marcas blancas, entonces se nota bastante el precio. Los supermercados de allí no es lo mismo que entendemos aquí como “Supermercado” aquí te encuentras una gran superficie de alguna franquicia conocida y hay de todo, de todas las maneras, de países y de tipos de comida, allí ir al “Supermercado” es ir a una tienda pequeña de a pie donde encuentras lo básico para sobrevivir unos días, pan, embutido, tomate, y un bote de maíz. Por suerte, encontramos un Lidl, que aquí ya cambió la cosa, porque de comprar 40€ en un “Supermercado” a comprar 30€ y llevar el carro lleno, nos cambió la dieta totalmente. Resumiendo, necesitar moverte por los diferentes establecimientos porque de uno al otro el precio varía bastante. Nosotras nos alojábamos como si dijésemos las afueras de la ciudad, aunque no lo notabas porque era todo muy pequeño y te encontrases donde te encontrases, tenías todo a 5 minutos de ti. El piso era bastante grande para dos, teníamos 2 habitaciones de matrimonio, un sofá cama, un baño y el salón-cocina junto además de una galería donde cocinábamos y podíamos ver el mar a lo lejos y otro pueblo llamado Masarlforn. Pagábamos 400€ entre las dos, y unos 40€ de gastos de luz y agua, el internet lo teníamos incluido en el precio. Además, pagamos 200€ de fianza que se nos fueron devueltos el día de antes de finalizar la estancia. Trabajábamos en San Lawrenz, otro pueblecito muy cerca del nuestro pero que era necesario coger el autobús. La empresa se llamaba San Lawrenz y era una residencia de ancianos preciosa y muy bien organizada y distribuida, ahí fue donde yo encontré mi escape. La gente era muy amable, agradable y simpática, nos comunicábamos en inglés aunque llegamos a aprender muchas palabras en Maltés como gracias, de nada, ¿hola, cómo te llamas? Cosas pequeñas que nos ayudaban al día. Allí el primer idioma es el Maltes, y el segundo Inglés y además todos saben hablar italiano. Para nosotras que fuimos desde Valencia entender el italiano se nos hacía muy fácil porque son dos lenguas que se parecen. Pero con un inglés básico y como forme la gente de allí es y tratan a los turistas no tendréis ningún problema para comunicaros. Nuestros compañeros fueron geniales con nosotras, nunca nos faltó de nada, y por parte de dirección fue el mismo trato, nos preguntaban todos los días. El trabajo no era nada pesado y muy sencillo, la mayoría de residentes solo necesitaban una pequeña ayuda en el aseo y en vestirse, por lo demás eran independientes, otros tenías que ayudarles en el aseo, vestirse y en el menú pero la mayoría colaboraban. La penúltima semana la empresa organizó una cena de despedida para nosotras que para nuestro asombro acudió toda la empresa a esa cena, cuidadores, dirección y limpieza, éramos cenando casi unos 30! Nos dedicaron unas palabras, y nos entregaron un sobre con una carta de recomendación y una recompensa monetaria por esos 3 meses con ellos. Mi mejor tiempo en la isla lo pase entre las paredes de Vila San Lawrenz. Y por último, voy a hablar un poco de la vida social de allí. Esto fue lo que más noté, en Valencia al menos, cuando ya empieza a alargarse el día la gente sale a tomarse algo después del trabajo o simplemente a tomar la fresca, cenamos tarde, nos acostamos tarde.. Allí muchos locales cerraban a las 4.30, los bares cerraban mucho más tarde pero no se llenaba nunca el local, aunque esto también pasaba porque fuimos en invierno y la cosa cambia, el último mes ya veías a los turistas salir y a la gente de allí pasar más tiempo fuera de casa pero aun así no era como nosotros. Conocimos a unos españoles que esos sí que nos salvaron la estancia, eran de todas las edades, con diferentes historias de sus vidas y de todos los rincones de España. Salíamos casi que todas las tardes a tomar café y a contarnos el día, y cuando empezó a alargarse el día íbamos a la playa u organizábamos escapadas y pasábamos los días juntos. En general, mi experiencia ha sido increíble aunque muchas veces me quería volver a España porque me dejé muchas cosas sin atar con mucha gente o cosas que debería haber dicho o hecho y no lo hice. Viajar a España desde Gozo – Malta es muy complicado porque no hay aviones directos y necesitas mucho tiempo para poder hacerlo y a mí esto aún me ponía más nerviosa, el no poder salir de allí, por eso recomiendo a la persona que se vaya a viajar a Gozo-Malta que deje todo bien atado en España que se vaya con la conciencia tranquila y con las ganas de disfrutar del paraíso que ofrece la isla, sin miedos y sin rompecabezas, por que vale muchísimo la pena este viaje. La isla es increíble y la gente es increíble! Soledad Fernández (Recién titulada en el Ciclo de Grado Medio de Cuidados Auxiliares de Enfermería) Mi aventura Erasmus+, comenzó del mismo modo en que hago casi todo en mi vida: como un reto lanzado hacia mí misma. Pero a medida que se acercaba la fecha del viaje, me asaltaron muchas dudas: estoy haciendo lo que debo, seré capaz de comunicarme con la gente, sabré realizar mis tareas en otro país, podré adaptarme… miles de miedos que fueron desapareciendo en el momento mismo de pisar Malta. El entorno, la gente, el trabajo… todo ha sido perfecto. Aunque no creáis; los primeros días fue complicado gestionar sentimientos de desolación y abandono. Todo lo extraño se revelaba contra mis ganas de hacer bien las cosas y solo pensaba en mi familia y lo que aquí había dejado. Fueron dos semana aproximadamente, de querer volver a casa todos los días y a todas horas. Pero poco a poco la rutina y el encanto de la pequeña isla de Gozo, se fueron haciendo con las riendas de esas sensaciones y pude disfrutar completamente de esta maravillosa experiencia. Qué decir del espacio: todo lo que me rodeaba era bello, tranquilo, limpio… una isla tan pequeña y con tanto poder de seducción… terminé completamente enamorada de su mar, sus rocas y hasta de su viento. Sus gentes sencillas, de sonrisa fácil y brazos abiertos, nos acogieron como hermanas desde el primer saludo de aquel especial lunes de invierno. El trabajo en la residencia de “San Lawrenz”, es impecable. El cariño con el que esta gente es capaz de cuidar de sus mayores, es digno ejemplo de cómo deberían ser las cosas en otras partes del mundo. Su secreto: el amor que se tienen unos a otros. Se han convertido en una gran familia y fueron capaces de enseñarnos que la palabra extranjero, puede significar hermano. Todo lo bueno que pueda decir de ellos, será siempre poco. Tuvimos la inmensa fortuna además, de poder contactar con un grupito de españoles residentes en la isla. Creo que fue lo que necesitaba para empezar a remontar la sensación amarga de mis primeros días. En adelante todo fue mucho más fácil. Entre el trabajo en la Residencia, con sus extrañas conversaciones en tres o cuatro lenguas, las risas y los besos de las compañeras de planta; y los largos cafés de las tardes, y esas charlas con amigos recientes, de los que sientes conocerlos incluso de otras vidas…con ellos pudimos visitar todos esos lugares maravillosos que ofrece la isla de Gozo. Nos mezclamos con otros vecinos, entendimos un poco mejor sus costumbres, y pasamos a Malta para visitar los hermosos rincones de su capital: Valletta.
Además, lo que empezó siendo una aventura o un reto, se ha convertido en una posibilidad de futuro. Ha sido una de las experiencia más maravillosas de mi vida. Una demostración a mí misma y al mundo, de que no hay edad para disfrutar de los regalos que ofrece la vida; que cuando se quiere, se puede y que no hay nada escrito sobre cuándo se deben o no deben hacer las cosas. Me encanta haber pasado por esto y ser más consciente si cabe, de lo afortunada que soy, porque añado a lo que ya tenía, el cariño de todos los que dejé en Gozo: amigos y compañeros de trabajo. Allí quedó la mitad de mi corazón. Gracias Erasmus, gracias EFA, |
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